¡Fuera de la caverna!
- catalinarojano
- 9 feb 2021
- 2 Min. de lectura
Imaginen que desde niños estamos todos viviendo en una morada subterránea, con nuestras piernas y cuellos encadenados, sin posibilidad de girar la cabeza y alzar la vista hacia la luz del sol… Por detrás y lejos de nosotros se levanta un fuego que sirve para iluminar las cosas que otros, a modo de titiriteros, levantan sobre una paredilla que nos aísla y que, como todo muro mezquino, da forma y fuerza al encierro. Y lo único que vemos reflejado en la parte de la caverna que tenemos en frente son las sombras de todo lo que desfila detrás de nosotros… Cuando al menos uno de los prisioneros se libera de las cadenas y camina hacia la luz, ¿qué ocurre?
Esa es una de las tantas preguntas que Platón expone en su alegoría de la caverna, una metáfora filosófica y trascendental que en vísperas del Día del Periodista en Colombia creo oportuna para intentar darle mayor fundamento al periodismo de hoy, como profesión, como soporte, o como decisión de vida. Si bien los periodistas nos formamos para contar la realidad (la verdad y nada más que la verdad), ¿qué se entiende como realidad en el mundo actual y qué no?
Como en el mito de la caverna, hoy, cuando nos rodean muchas más realidades de las que pudo haber imaginado hace cientos de siglos Platón, vivimos anclados dentro de una especie de cueva, ignorando tantas y tantas verdades mientras nos acostumbramos a llenarnos la cabeza con creencias y dogmas que nacen en ambientes más que fatuos como las redes sociales, justo en el mismo sitio donde deben morir.
La prensa, la radio y la televisión poco a poco se han ido convirtiendo en esa piedra en la que se reflejan las sombras de lo que acontece en las redes sociales. Y, aunque no se puede desconocer que hacen parte de la realidad global, hay que recordar que tanto las redes como el resto de plataformas digitales que hoy tenemos a la mano no lo son todo.
Hasta hace unos años en el entorno periodístico solo se discutía sobre la realidad subjetiva frente a la objetiva. En el 2021, un tiempo en el que el molesto virus reafirma su presencia y se tienen quizás más dudas hacia el futuro que en cualquier otra época anterior, vemos cómo se abre paso cada vez con más fuerza la realidad virtual, esa en la que hemos sido testigos de la peor cara del periodismo en forma de penosas escenas protagonizadas por “profesionales” que, dejando de lado la noble misión que su oficio les confiere, terminan siendo los payasos de un circo llamado Internet.
El periodismo, como la vida misma, pareciera sumirse más y más dentro de esa trampa cavernosa. Por qué no volver al juego de pregunta y respuesta interminable que supone la dialéctica y su naturaleza profunda. Por qué no liberarnos de las cadenas, curarnos de la ignorancia, marchar hacia la luz y darnos cuenta de que lo de afuera es mucho más real que las sombras que pensábamos reales. Y entonces, al llegar al conocimiento, poder regresar a la caverna solo para liberar a quienes yacen allí e invitarlos a conocer la verdad más verdadera.
CR
[Columna publicada el 7 de febrero de 2021 en El Heraldo]

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