¿Cómo contar relatos efectivos?
- catalinarojano
- 17 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Leyendo 'De animales a dioses', un libro que narra la «breve historia de la humanidad» en casi 500 páginas, encuentro que el arte de contar historias es tan antiguo como los Homo sapiens arcaicos. ¡Hablamos de cerca de 70.000 o 30.000 años!, cuando empezaron a aparecer nuevas formas de comunicación y de pensamiento que hicieron trascender a nuestros ancestros y le dieron estructura a esto que somos hoy los llamados seres humanos.
Hoy, además de seres racionales que sufrimos crisis existenciales cuando no logramos comprender lo inasible de la vida, ‘existen’ empresas, iglesias, países, ciudades, ideologías, marcas y una cantidad de cosas más que hace miles de años quizás no estaban en el espectro del mundo porque no eran necesarias; o más bien, porque no se conocía la utilidad inmersa en ellas.
Según Yuval Harari, el autor de ese libro revelador y profundo, «ninguna de estas cosas existe fuera de los relatos que la gente se inventa y se cuentan unos a otros».
Fuera de nuestra imaginación no hay nada más que nosotros y todo aquello que es producto de la naturaleza. Ni dioses, ni partidos políticos, ni reyes, ni títulos profesionales, ni propiedades, ni redes sociales, ni equipos de fútbol, ni nada… Entonces, ¿de dónde salieron todos los artilugios que hoy nos rodean? Con base en el planteamiento de Harari, no hay otra respuesta más que de «la loca de la casa», tal como la santa española Teresa de Jesús llamó alguna vez a la imaginación.
La vida, como la conocemos, no es más que un escenario para contar historias; porque de historias estamos hechos y, en cierto modo, también somos parte de la historia. Pero la gracia no está solo en hablar o escribir y relatar así cualquier cosa que tenga un punto de partida real o no. Cuando eso que decimos de forma oral o escrita empieza a convertirse en materia es cuando sucede la magia. Una magia que, dependiendo de la intención con la que se cuente, puede ser benévola o no. Una magia que tal vez nos hace más trascendentales en un planeta en el que, cada vez más, trascendemos menos.
Entonces, ¿cómo contar relatos efectivos? Pues trascendiendo. Convirtiendo en algo extraordinario aquello que es tan común. Fijando una mirada profunda en lo extraño para hacer que se entienda como algo “normal”. Fingiendo con las palabras estar locos para que otros se encuentren en su propia cordura. Alentando a pensar cosas distintas de aquello que tiende a ser visto desde una perspectiva única. Para resumir, convenciendo con la palabra… No solo hablando, sino también haciendo que nos crean.
Harari dice que «contar relatos efectivos no es fácil», y que «la dificultad no estriba en contarlos, sino en convencer a todos y cada uno para que se los crean». Y es cierto. Yo agregaría que contar relatos efectivos radica en abrir la mente y el corazón a una forma nueva de decirlo todo… buscando que quienes nos lean también produzcan nuevas maneras de pensar a partir de su propia interpretación. Porque llegado el punto final, sin tener muy en cuenta qué es real y qué es ficticio, no hay mejor historia que aquella que es bien contada.
CR

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